miércoles, 15 de febrero de 2012

«TEATROS DE LA MEMORIA», de Raphael Samuel (2008)



RAPHAEL SAMUEL: Teatros de la memoria: pasado y presente de la cultura contemporánea, PUV. ISBN: 978-84-370-7362-0. En colaboración con Federico Corriente y Sandra Chaparro.
Original inglés: Theatres of Memory: Past and Present in Contemporary Culture, Verso, 496 páginas.


Sinopsis ofrecida por la editorial:

«L'obsessió pel patrimoni representa un símptoma de decadència nacional. L'autor exposa amb precisió que vivim en una cultura històrica en expansió, que últimament està atenta a tota evidència del visual i que, en general, és més plural que les versions anteriors del passat nacional. Els assajos es centren en la idea que la història és una forma de coneixement orgànic, caracteritzada per la diversitat d'unes fonts que no només es remunten a l'experiència de la vida real, sinó també a la memòria i al mite, a la fantasia i al desig; que a més del passat cronològicament arxivat provenen del passat atemporal de la "tradició". Raphael Samuel respon a aquesta provocadora investigació sobre la naturalesa històrica de la cultura britànica d'avui dia, oferint una comprensió generosa i optimista del passat i de com afecta a la nostra societat.»


Crítica de Antonio Lastra en la revista Barcelona Metrópolis (otoño de 2009):

«Teatros de la memoria fue la última gran obra salida del History Workshop de Raphael Samuel (1934-2006). Concebida originalmente en tres volúmenes, de los que sólo dos han llegado a ver la luz, su intención era ofrecer un "texto abierto que pudiera ser leído por distintos lectores de maneras distintas y con distintos propósitos" (p. 12; p. x de la edición original). Pasado y presente de la cultura contemporánea era el primer volumen. El segundo, Island Stories: unravelling Britain, se publicó póstumamente en 1997. El tercero se habría llamado Memory Work, un "trabajo de la memoria" que Samuel esboza en el prefacio del primer volumen y que constituye el argumento principal de toda la obra: el trabajo de la memoria es un "trabajo [labour] intelectual", un modo de construir el conocimiento que plantea, como la historia, una cuestión de "cita, imitación, préstamo y asimilación" (p. 12; pp. ix-x de la edición original).

Con esta perspectiva, Teatros de la memoria es una obra historiográfica que tiene que ver tanto con la lectura de la historia como con la escritura de la historia. La concepción de la historia como una ciencia completa en sí misma, que no toma nada en préstamo ni proporciona instrucción alguna fuera de su dominio, le es completamente ajena. Samuel es heredero de una escuela cultural que, más allá de sus colegas y maestros E. P. Thompson o Christopher Hill -los grandes descubridores marxistas de la línea que va del puritanismo al laborismo- o del liberalismo de Peter Laslett y los Cultural Studies de Raymond Williams, podría reconocerse perfectamente en la historia disidente de lord Acton. Como Acton -y contra Ranke-, Teatros de la memoria celebra la expansión de una cultura histórica que exige que la investigación y la recuperación no omitan fuente ni esfera alguna de documentación (véanse las páginas 46-48, 144-145, 181, 197, 210). La "historia viva" y la "dimensión teatral" de la memoria libran así "una batalla perdida contra las erosiones del tiempo" (p. 182; p. 150 de la edición original).

El English Heritage es la metáfora central de Samuel, y los argumentos a favor o en contra del "patrimonio histórico" o "legado" -como los traductores vierten el término- se suceden sin que el lector pueda decidirse del todo: "El sufrimiento de la vida real acaba siendo un espectáculo turístico y se crean simulacros de un pasado que nunca ha existido" (p. 285), "Quienes se ocupan del legado histórico oyen el latido de la tierra con mucha mayor intensidad que aquellos que se limitan a jugar con cifras" (p. 326). Paradójicamente, la idea misma del Heritage, en lugar de reforzar la hegemonía de una versión conservadora del pasado nacional, habría supuesto un sea-change que impediría que ninguna versión -liberal, radical, conservadora- alcanzara nunca más esa hegemonía. Culturalmente, el Heritage es pluralista. En el postfacio, Samuel habla de "híbridos".

Teatros de la memoria es también una autobiografía: los capítulos sobre "El ojo de la historia" o la "Escopofilia" no se refieren sólo a la incorporación de la fotografía a la historia, sino que aportan un "reconocimiento tardío" de las dificultades del propio historiador a la hora de adquirir el conocimiento de su disciplina y reproducir lo que sabe. La confesión de Samuel de que sus nociones "eran completamente literarias" cobra, sin embargo, un valor de lectura extraordinario cuando analiza las adaptaciones cinematográficas de Dickens en los dos últimos capítulos (en mi opinión los más logrados) del libro. En las versiones cinematográficas más recientes de Dickens -productos de la contracultura que transmiten, sin embargo, una moral victoriana-, el problema de la distancia entre la intención y el efecto se plantea en todas sus dimensiones. El problema de la distancia entre la intención y el efecto acaba encontrando expresión en la superación de la ironía y (como en la versión de Nickolas Nickleby de la Royal Shakespeare Company que Samuel comenta) en un último gesto de reconciliación. Las últimas palabras del capítulo caen como un telón sobre el escenario de los Teatros de la memoria: Kate abandona el círculo familiar para coger al pequeño niño perdido de la mano.»



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